viernes, 15 de octubre de 2010

LO QUE VEO. DESCRIPCIÓN.


Martes, mejor dicho miércoles ya, puesto que es cerca de la una de la madrugada.  
La  noche es muy fría, una especie de niebla dificulta ver a lo lejos. Típica noche de invierno, del crudo invierno del mes de Junio.
Me encuentro en la guardia de un hospital público de la provincia de Buenos Aires, más precisamente del distrito de Quilmes, cuando la realidad de pronto irrumpe de un modo tan crudo como este frío.
Es una joven, parece no tener más de treinta años, aunque es difícil precisar su edad, sus facciones son rígidas, como endurecidas, la tez morena contrasta con el rubio, casi blanco, del cabello, su contextura es pequeña, sobre todo para soportar tanto peso. El peso de tener que pasar una noche tan fría y cruda durmiendo en el hospital, con dos criaturas.
Ella es la que entabla la conversación y me dice -¿Hace frío doña? ¿No?...parece que va a helar. De esta forma me empieza a relatar que viene desde otro distrito vecino, porque el hospital de la zona donde vive estaba muy lleno. Que su bebé estaba bastante agitado y por eso lo tuvo que traer. Pero que ahora ya es muy tarde y los colectivos ya no pasan, entonces por eso se quedará a pasar la noche aquí. Con sus dos hijos, uno en sus brazos y el otro jugando y corriendo tal como si estuviese en un parque.
De pronto, la conversación se interrumpe, a raíz de que nuestra atención se desvía hacia un auto que frena de golpe y se sube a la vereda, donde estacionan las ambulancias.
Se abren rápido las puertas y el conductor baja a una mujer, que llora y grita, la lleva hacia adentro.
Mientras nosotras  nos preguntamos qué le habría sucedido: un accidente, supuse.
Al rato es trasladada, en una silla de ruedas, sus pies están desnudos y cubiertos de barro y a su lado una pequeña, que no alcanza los diez años, también descalza, con los piecitos completamente embarrados y las lágrimas asomando a través de sus ojitos asustados.
No tardó  mucho en llegar un patrullero y una mujer policía se dispone a hablar con otro policía, seguridad del hospital, se pasan datos y comentan que fue el marido de esta mujer el que la había golpeado brutalmente, lo hacen con terminología propia de la jerga y una naturalidad que sorprende.
Mientras que internamente el asombro, la angustia, la indignación, el espanto…se mezclan, de forma abrumadora y aumentan y penetran hasta calar en lo más profundo de nuestra alma.

Eliana Expósito
Taller de Crónica Periodística ECuNHi

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