martes, 26 de octubre de 2010

TESTIGOS Y PROTAGONISTAS

La consigna era escribir una crónica en primera persona, en presente, sobre un hecho en el que hayamos estado como testigos y/o protagonistas. El hecho tenía que haber sucedido en un espacio público y ser público. Con posterioridad hubo que ponerle título.
Esto fue lo que escribieron

VALIJAS

Estoy confundida. Se vende todo. Todo, todo. ¡Yo mis figus no las vendo! Pero bue… si hace falta plata lo hago.
Ya estamos preparados, aunque todavía no entiendo muy bien.
Nos fuimos en un auto, le dije adiós a mi adorada casita y adiós a mi perrito Cacique ¡te amo mucho! Espero que estas personas te cuiden bien. Yo sé que no te voy a olvidar nunca, aparte tengo hecho un tatuaje que hiciste con tu uñita en mi rodillita.
Uy… ¡cuánto alboroto! Mamá me dice que los abus viajan después. Este lugar es un lío, la gente va y viene como si no encontraran lo que buscan. ¡Vamos chicos, vamos! Y subimos a un micro enooorme ¿adónde vamos? Mamá nos tranquiliza, yo le acaricio su pancita que esta muy muy inflada ¡parece un huevo apunto de estallar!
¡Qué calor! Mamá sopla mi frente mojada.
¡Mirá que hermoso! me dice. Yo igual no entiendo, aparentemente llegamos a lo que sería nuestro nuevo hogar.
Estoy demasiado cansada, fue largísimo ¡por fin nos bajamos!!
Esto está raro… no comprendo ni una sola palabra ¿en qué hablan?
Ya vas a aprender, me contestan, ya vas a aprender.   

Natalie Naveira
Taller de crónica periodística 
ECNuHi 2010

HOY ES MI CUMPLE

Hoy es jueves, me levanté temprano, con nervios, me tengo que apurar, voy a rendir el final de Francesa. No dormí bien a la noche, no pude terminar de repasar, miraba por la tele los disturbios de la gente enojada golpeando cacerolas, la gente gritando movilizada. Me quedé hasta tarde siguiendo lo que pasaba por la tele y no pude tocar más un libro. Me fui a la facultad. Mientras esperaba el llamado nos preguntábamos con otros cómo es posible que se tome examen mientras desde Rivadavia llegaban los ecos de la protesta.
Finalmente me llegó el turno de recitarle al profe lo que quería escuchar y de esto nada dije. Estaba apurada por llegar a casa. Hoy es el cumple de Lia, mi hija mayor y hay que preparar el festejo. ¡Qué festejo!
Ella siempre invita un batallón de amigos. Me pongo a terminar la torta y las cosas ricas para comer y pasan las horas. Lia dice: "pero no viene nadie" ¿cómo puede ser? hoy es mi cumpleaños, mientras se le caen unas lágrimas.
Hoy, el día de su cumpleaños, es 20 de diciembre, va anocheciendo y hay pocos medios de transporte, la gente salió a la calle a gritar "que se vayan todos".
Cuando Lia se repone de esta afrenta que le ha hecho la realidad, se va a la casa de un amigo para que la acompañe, ella también sale a la calle a gritar.
Mas tarde todos juntos vamos a cantar el feliz cumpleaños.

Vivian Palmbaum

viernes, 15 de octubre de 2010

LO QUE VEO. DESCRIPCIÓN.


Martes, mejor dicho miércoles ya, puesto que es cerca de la una de la madrugada.  
La  noche es muy fría, una especie de niebla dificulta ver a lo lejos. Típica noche de invierno, del crudo invierno del mes de Junio.
Me encuentro en la guardia de un hospital público de la provincia de Buenos Aires, más precisamente del distrito de Quilmes, cuando la realidad de pronto irrumpe de un modo tan crudo como este frío.
Es una joven, parece no tener más de treinta años, aunque es difícil precisar su edad, sus facciones son rígidas, como endurecidas, la tez morena contrasta con el rubio, casi blanco, del cabello, su contextura es pequeña, sobre todo para soportar tanto peso. El peso de tener que pasar una noche tan fría y cruda durmiendo en el hospital, con dos criaturas.
Ella es la que entabla la conversación y me dice -¿Hace frío doña? ¿No?...parece que va a helar. De esta forma me empieza a relatar que viene desde otro distrito vecino, porque el hospital de la zona donde vive estaba muy lleno. Que su bebé estaba bastante agitado y por eso lo tuvo que traer. Pero que ahora ya es muy tarde y los colectivos ya no pasan, entonces por eso se quedará a pasar la noche aquí. Con sus dos hijos, uno en sus brazos y el otro jugando y corriendo tal como si estuviese en un parque.
De pronto, la conversación se interrumpe, a raíz de que nuestra atención se desvía hacia un auto que frena de golpe y se sube a la vereda, donde estacionan las ambulancias.
Se abren rápido las puertas y el conductor baja a una mujer, que llora y grita, la lleva hacia adentro.
Mientras nosotras  nos preguntamos qué le habría sucedido: un accidente, supuse.
Al rato es trasladada, en una silla de ruedas, sus pies están desnudos y cubiertos de barro y a su lado una pequeña, que no alcanza los diez años, también descalza, con los piecitos completamente embarrados y las lágrimas asomando a través de sus ojitos asustados.
No tardó  mucho en llegar un patrullero y una mujer policía se dispone a hablar con otro policía, seguridad del hospital, se pasan datos y comentan que fue el marido de esta mujer el que la había golpeado brutalmente, lo hacen con terminología propia de la jerga y una naturalidad que sorprende.
Mientras que internamente el asombro, la angustia, la indignación, el espanto…se mezclan, de forma abrumadora y aumentan y penetran hasta calar en lo más profundo de nuestra alma.

Eliana Expósito
Taller de Crónica Periodística ECuNHi

jueves, 14 de octubre de 2010

JUEGO DE PALABRAS

La propuesta esta vez fue escribir un texto donde se cuente donde se considere un lector posible. Hablar sin "yo" ni "nosotros", e utilizar, al menos, una cita.
Y la complicamos un poquito más: ubiquen en el texto las siguientes palabras: mermelada, umbral, suspiro, frío, balcón, cinturón, tapiz, humedad, refinado, hendija.

LA ESPERA DEL ALMA

Estoy en una bolsa de carne y agua, tibia, conocida por nueve meses. Oigo el conocido tambor que me pulsa el movimiento…me acompaña desde siempre.
Tengo que emprender el viaje, suspiro, una fuerza me dice que tengo que ir por acá…o por allá. Mis huesitos del cráneo se cabalgan para poder pasar.
Nada hay más importante que seguir. Atravieso el canal, con humedad, me esfuerzo como una oruga, voy avanzando. Ella, me alienta con sus jadeos, me invita a atravesar…
Una hendija hecha de carne y sangre deja pasar una luz…, voy hacia el final de este laberinto.
Salgo y siento frío, unas manos desconocidas, grandes, me golpean en las nalgas, lloro y respiro.
Me vuelcan sobre un rostro con unos ojos que me sostienen. Esos ojos, suaves y acogedores como un tapiz cálido, me siguen, me envuelven como si fueran un cinturón que me quiere proteger y retener…como si intuyeran que nos quieren separar….
Presiento… sé en lo más profundo, que esos ojos son del tambor que pulsa la vida.
Otras manos, toscas, frías, se escurren como peces, me toman y me alejan. Mucho frío, desolación, vacío, mentira. Me pierdo… Me llevan lejos.
Pasó tiempo…. Estoy en una mecedora en un balcón, esperando, aletargada. Sobre la mesa, un resto de tostada con mermelada me espera.
Todo lo que me rodea es muy refinado y elegante. Pero no alcanza para cubrir mi deseo de aquellos ojos, mi nostalgia de infinito, de aquel tambor tan conocido, tan mío y necesario.
Espero…, espero…., espero….
A veces mi mirada se pierde a lo lejos, me cuelgo. Me voy por laberintos transparentes y largos… Desalmados se llaman a los que perdieron el alma. Así me siento.
Dejo mi rostro acá, pero yo estoy en otra parte. ¿Dónde? No se. Hay un hilo delgado que me separa en dos, me escinde. Una parte se quedo allá, en el principio de mi tiempo, presa de esos ojos y del tambor que me marca el son de mi vida, la cuna de mi origen. Esa parte mira con horror y tristeza el rapto.
La otra sigue con desgano, como si nada hubiera pasado, en lo cotidiano sin carozo, sin centro.

Blanca Nélida Lema
Dedicado a todos los hijos apropiados que esperan…, a las Marcelas y a los Felipes.

ASFALTO Y BARRO

Una hora de viaje hasta la otra punta de la ciudad, colectivo, subte y otro colectivo. En la misma ciudad, el lugar me queda lejos.
Hace frío y cuando te bajas del colectivo hay poco lugar donde repararse del viento.
Una línea de asfalto que pisás y se mezcla con el barro y el agua que llega desde otras calles que se atraviesan. Varias calles húmedas que cruzar para llegar.
A los lados casitas, casillas, no sé muy bien qué nombre darle a esas viviendas tan precarias en donde muchos comparten el mismo lugar, allí el balcón es casi una utopía.
Es una gran extensión de viviendas. En algunos sectores hay calles bien delimitadas, que a medida que avanzás se diluyen y se convierten en tierra y agua, barro.
Ahí, al costado, unas vías del tren de cargas, que cada tanto hace temblar todo a su paso.
Al lado de otras viviendas, parece una más a primera vista, con rejas en la puerta y ventana. En sus paredes se marcan hendijas y un tapiz de Boca que sobresale entre ellas. Cuando pasas el umbral, con restos de mermelada del desayuno, se extiende una gran mesa que es compartida por muchos que concurren al lugar. Unas 300 raciones de comida se sirven diariamente para los vecinos, que nada saben de lo refinado.
-Acá recibimos en su mayoría a las mamas y sus hijos y ayudamos a dar de comer para los que necesitan, dice Isabel acompañando un suspiro.

Vivián Palmbaum
Taller de Crónica Periodística
ECuNHi 2010

El rostro de la tierra


El rostro como una máscara tallada por el viento y el sol, observa la lente del fotógrafo. Su mirada de ojos polinesios con corneas partidas al rojo vivo del cansancio de quinientos años, en cierran las iris oscuras que no llegan a ser negras. Sus cortas pestañas superiores y la insistencia de las inferiores dejan ver su alma dolida y furiosa.
La nariz de tamaño normal, propia de su sangre continúa su expresión escondida de modelo turístico. La boca prefiera mantenerla cerrada, con sus labios sin carne, o con carne absorbida a su inferior, por le sufrimiento de la utilidad, por unas monedas para una foto gringa.  Su queja nos confirma que sus labios ejercen una presión por la cantidad de los poros fruncidos.
El pelo imaginamos negro azabache, lacio y corto por el uso cotidiano de su cholito cuzqueño.la piel no es más que el reflejo del trabajo diario bajo el sol seco de sus valles andinos. Tersa, una que otra marca de arruga por su gesto de dolor y alegría.
Parece aceptar que su imagen trascienda más allá de canto del universo, que viaja por el pensamiento humano para una nueva vida.

Adrián Camacho
Taller de Crónica Periodística
ECNuHi 2010