jueves, 14 de octubre de 2010

LA ESPERA DEL ALMA

Estoy en una bolsa de carne y agua, tibia, conocida por nueve meses. Oigo el conocido tambor que me pulsa el movimiento…me acompaña desde siempre.
Tengo que emprender el viaje, suspiro, una fuerza me dice que tengo que ir por acá…o por allá. Mis huesitos del cráneo se cabalgan para poder pasar.
Nada hay más importante que seguir. Atravieso el canal, con humedad, me esfuerzo como una oruga, voy avanzando. Ella, me alienta con sus jadeos, me invita a atravesar…
Una hendija hecha de carne y sangre deja pasar una luz…, voy hacia el final de este laberinto.
Salgo y siento frío, unas manos desconocidas, grandes, me golpean en las nalgas, lloro y respiro.
Me vuelcan sobre un rostro con unos ojos que me sostienen. Esos ojos, suaves y acogedores como un tapiz cálido, me siguen, me envuelven como si fueran un cinturón que me quiere proteger y retener…como si intuyeran que nos quieren separar….
Presiento… sé en lo más profundo, que esos ojos son del tambor que pulsa la vida.
Otras manos, toscas, frías, se escurren como peces, me toman y me alejan. Mucho frío, desolación, vacío, mentira. Me pierdo… Me llevan lejos.
Pasó tiempo…. Estoy en una mecedora en un balcón, esperando, aletargada. Sobre la mesa, un resto de tostada con mermelada me espera.
Todo lo que me rodea es muy refinado y elegante. Pero no alcanza para cubrir mi deseo de aquellos ojos, mi nostalgia de infinito, de aquel tambor tan conocido, tan mío y necesario.
Espero…, espero…., espero….
A veces mi mirada se pierde a lo lejos, me cuelgo. Me voy por laberintos transparentes y largos… Desalmados se llaman a los que perdieron el alma. Así me siento.
Dejo mi rostro acá, pero yo estoy en otra parte. ¿Dónde? No se. Hay un hilo delgado que me separa en dos, me escinde. Una parte se quedo allá, en el principio de mi tiempo, presa de esos ojos y del tambor que me marca el son de mi vida, la cuna de mi origen. Esa parte mira con horror y tristeza el rapto.
La otra sigue con desgano, como si nada hubiera pasado, en lo cotidiano sin carozo, sin centro.

Blanca Nélida Lema
Dedicado a todos los hijos apropiados que esperan…, a las Marcelas y a los Felipes.

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