Es pleno otoño. La mañana de buenos aires parece de sábado: está semi soleada, el aire corre apenas fresco despertando en la cara y las calles están tranquilas, hay menos gente. Aunque una hora de colectivo alcanzó mis límites de sociabilidad y no logró despabilarme, algo me quita el sueño.
Estoy entrando a la ex Escuela de Mecánica de la Armada (EXMA) y es inevitable para mí pensar en los secretos, en las voces y las sombras, el terror y la tristeza que guardan las paredes de esos edificios; a pesar del silencio, teñido por el viento y el canto de los pájaros. Avanzo. El rumor del aire entre las copas de los árboles que galerían sobre una de las calles internas, el rozar de las suelas de mis zapatillas contra el asfalto, el respirar profundo de mi andar acompasado, me acompañan. Estoy sólo. Camino durante unos doscientos metros que podrían ser mil, o un millón, hasta llegar a la entrada del ECuNHi, el espacio cultural de las madres.
Antes de entrar: es inevitable para mí pensar en este silencio, teñido por el viento y el canto de los pájaros; en el hecho de estar viniendo un sábado a la mañana, y la posibilidad de asistir a un curso de relato periodístico en este espacio; a pesar de los secretos, de las voces y las sombras, del terror y la tristeza que guardan las paredes de estos edificios.
Tomás Larrea
Taller de Crónica Periodística ECuNHi
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